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192 Aquel hombre se asomaba de noche por la venta– na. Miraba el edificio de la acera de enfrente y al ver las luces en las ventanas pensaba: "Están en casa". Ayer pasó frente a una capilla abandonada. La puerta estaba entreabierta. Se asomó. Al ver la luz del Sagrario dijo: "ESTA EN CASA". 193 Cada vez que un terrorista mata, cuando un hom– bre asesina a otro -no importa el motivo- no puedo dejar de pensar en voz alta: "Son hombres ... , pero cada vez menos". 194 André Gide, tres días antes de morir, escribió: "Tengo sueño, es cierto, pero no tengo ganas de dor– mir. Me parece que puedo llegar a estar aún más can– sado". Debajo escribo: "Al final el cansancio... pide más can– sancio. Es triste, pero en este caso, es la única forma de postergar el sueño final. 195 Me encanta la soledad, porque en ella podemos hablar mis sentimientos, mis recuerdos y yo. Y ningu– no le quita la palabra al otro. - 81 -

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