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188 El cuerpo es la auténtica casa del hombre. Unas veces, llena de polvo de rutina. Otras ... , ventana abier– ta a un sol naciendo. 189 Unos toman la vida como un juego. Otros como un desafío. Otros como una búsqueda. El primero termina siendo él mismo juguete. El segundo dependerá de las armas que utilice. El tercero semeja al caminante que va tocando todas las puertas... esperando que alguna se abra para encontrar reposo. 190 Decía el rey: "Cuánto daría por traer el mar junto a mi casa". El súbdito pensaba: "Me contentaría con tener mi casa junto al mar". 191 Una hoja que cae del árbol, un pájaro en vuelo, una mariposa indecisa ... mirados desde unos ojos en paz consigo mismos, obligan al hombre a pensar que el mundo está bien hecho. Y si algo hay que cambiar es al propio hombre, que se olvida mirar las cosas por mirarse a si mismo. - 80-

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