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Y ha hablado con la Muerte y con la Teología,. y con el Desensueño, mudo y desolador. Y así, por la Asunción de la Virgen María, se han abierto en su celda pomos Je poesía y se ha llenado el aire de un perfume de amor. De este amor que es la suma de todos los amores,. De este amor infinito que busca amor sin fin. Y, el alma estremecida de místicos temblores, Fray Mauricio ha cantado los cánticos mejores que, entre antífonas, le iba dictando un Serafín. Ha escuchado los ecos del viento en la montaña_. que, a· coro, repetían : j A sunción! j A sunción!; y a la espuma del mar que las orillas baña, y a la espiga del campo, sin vicio ni cizaña, que cantan recreándose con la misma canción. ¿ Quién es ésta que asciende? ¿ Quién es ésta que sube -se pregunta-, rasgando la gasa de una nube para alcanzar la puerta del Celestial Jardín? Y Fray Mauricio cuenta de Marta y de María y refiere el pasaje -que es también poesía- en que nos habla de ellas el divino Agustín. O nos explica luego cómo hay dos A sunciones. Una que hacen los sueños y el poder del amor. Otra que hace, en flllaría, ya hacia etéreas regiones, con su cuerpo y con su alma, la Gracia del Señor. 8

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