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POESÍA Es verdad. Yo la he cantado con tanta más dulcedumbre, cuanto mayor pesadumbre ella a mis versos ha dado. La canté para ahuyentarla, o más bien, por darle vida con belleza, y engañarla, o cegarme con su huída. La canté como un misterio, lleno de la gracia griega ; y ella, muda, bella y ciega, se esculpió en mi cementerio. La canté en las catacumbas de epitafios y plegarias y, entre sus ara:; y tumbas, ella brotó pasionarias. La canté, hasta en mi agonía, con ternura franciscana, y pensé que ya mi hermana ella por siempre sería. La canté como ideal, como idilio y serenata que ante la luna fluvial románticamente mata. 38