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La renuncia, el retorno: la asunción ... He de ser fiel a mi alma fugitiva. ( El HOMBRE hace ademán de apo– derarse de ella. Se va haciendo más intensa la luz lunar con es– peciales rayos que caen sobre la MUJER, envolviéndola. La MU– JER reconviene al HOMBRE con un ademán.) ¡ Déjalo estar ! Que el arte decir pueda : «Se inesi/ica Juan, e Inés juaniza.» A los dos mil guerreros invisibles no intentes contener con tu osadía. Ellos me vuelven a mi patria Luna. Torna el recuerdo y elixir de vida (Le da un pomo.) que la inmortalidad concede al HOMBRE y hace de nomeolvides siemprevivas. Arrójalos al cráter del gran Fuji. ¡ Arda mi amor sobre su nívea cima ! ¡ Adiós, hermano, hasta la gran promesa; hasta la justa gloria y la sonrisa ! ¡ Hasta la caridad, caricia-unión donde el amor en Dios no escandaliza ... ! Pero ¡ vivas en mí perpetuamente, vaho de amor en vaguedad de luna ... ! ( Comienza a desvanecerse y a ascender y se inicia una músi- 157

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