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sobre el Guadalquivir hacía alarde de pródigo €TI claveles encendidos. Un Ga'Puchino, de Francisco hermano, había visto ,e:l amoroso ar,cano, y sus sueños de luz, ya recogidos por los dedos finísimos del arte, mostrábalos al mundo en su estandarte. Y en él ,la gran visión i1ba descrita. En un ,campo andaluz, más bien, celeste, está Ella, la Muje,r Bendita, de humildad franciscana con la veste. ¡De Pastora, la Reina de la Ora:cia, rica en amor y en hermosura rica! Túnica rosa, pastoril pe¡lica, y una mantiJla que su frente agracia. Y en torno de Ella, ,en celestial arrobo, flores, ovejas, ángeles... y un lobo. El seráftco amor la hizo del cielo bajar, como un apóstol de hermosura, y r-ecoger en su flotante velo los air,es de la sierra y la llanura. Por enas va cantando la ,;pastora, ya bajo el sol, ya bajo las estrenas, a un mismo tiempo gozos y querenas, pues por las almas y el redil añora. Así van tde Francisco ,los juglares sembrando por -el mundo sus cantares. 58