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Y cumpl~eron ya su promesa jurada los santos Francisco, Junípero y Gil. Con los argumentos del hermano Juan, la Escuela cristiana quedó pensativa. Al fin incfünóse por la afirmativa, a ¡pesar del odio del ogro Sa;tán. Y luego en el Cielo, con himno triunfaJ, el coro asisiense recordó a María que en pasados ti,e:mpos 'pr-OUnetido había vestir su hermosura de humilde sayal. II La Inm8Jculada se extasió en Sevilla, y tanto vió sus noches y sus soles, que ya no es maravilla que EJla tenga los ojos ,e,spañoles. Y ,cuando quiso hacerse franciscana la Más Bella del Cielo, halló de su humilida1d traje y mode,lo en ,1os ,arreos de pastora a1deana. Y así en SeviJla la g,enti,l Princesa de la Fraternidad se hizo profesa. El ocho de septiembre fué del año mil seteindentos tres, en una tarde en que el sol sevillano 57,
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