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Propagada la noticia, el pueblo comenzó a ver en el misterioso hallazgo una predilección especial de la Madre del cielo. Acudió a rezar con gran fe y devoción ante la imagencita que se colocó en la i'g•lesia, Y' muy pronto ' se le atribuyeron gracias y favores extraordinarios. El nombre de Nuestra Se– ñora de Peña Admirable se extendió por el con– torno. ' A fines del siglo xvin, un empleado del gobierno colonial quiso hacer desaparecer dicha advocación, y para ello se llevó la imagen a Caracas, abusando de su aut1oridad. El pueblo de Parapara la reclamó y la recobró por vía legal, tributando un grandioso recibimiento a su Reina y Señora. Durante más de dos siglos la ha seguido venerando en su relicario de plata, y la Virgen Santísima, que nunca se deja ganar en generosidad, ha protegido a ·su pueblo, alcanzando -del Señor muchos milagros en favor de sus hijos. El pueblo de Parapara es un lirio del cam– po que vive su vida sencilla para Dios, perfumando siempre el altar de su virgencita a quien llama : «Nuestra Señora de Peña Admirable .»