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prendió la edificación de un templo má s suntuoso que el destruído por el terremoto de 1812. A pesar de su gran entusiasmo y trabajo no pudo verlo ter– minado. Otro fervoro so y ejemplar misi::inero lo– gró, también con mucha abnegación y sacrificio, compl etar y perfeccionar fa obra ; fué el Padre O le– gario de Barcelona, capuchino. Desde el 8 de septiembre de 1890, la iglesia de la Divina Pastoda luce majest.uosa entre los edifi– cios principales de la ciudad de Caracas . La Virgen Santísima sigue cumpliendo la misión que recibió al pie de la cruz de su divino hijo : cobija con su manto a las almas fi e'.es pa ra librarlas de los ene– migos, y llama con su silbo acuciante y cariñoso a las ovejas que se han extraviado o que todavía no han conocido el redil del Buen P astor.

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