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algún tiempo, estuvieron indecisos ; mas viéndose precisados a alejarse de aquel lugar, y no querien– do abandonar la imagen, la señora resolvió cortar el trozo de la corteza del árbol y llevarla consigo . Así lo hizo, y con gran r,espeto la wlocó en la ma– leta que llevaba encima del animal. Emprendieron de nuevo la ma rcha , y, con admiración, vieron que el mulo echaba a correr y lo s dejaba solos. Al. llegar a la población de Acarigua se entera ron que el animal estaba a las puertas de la iglesia. Sin duda alguna, la señora contó al sacerdote encarga– do de la misma cuanto habí a sucedido, y, bien sea por el ,dato curios-e) de que el animal fuese a parar allí, bien porque, según afirman otros, no pudieron hacer camina r al mulo hasta que no le quitaron el trozo de corteza con la imagen, creyeron ser vo– luntad de Dios que la reliquia se venerase en dicha iglesia. Así ló determinaron, y, con gran sentimien– t o, la señora tuvo que desprenderse de su precioso «recuerdo)). Muy pronto se divulgó la noticia de cuanto había sucedido, y las almas piadosas comenzaron a vene– rar la imagencita llamándola Virgen de la, Corte za,. Son muchísimos los favores y milagros que se atribuyen a esta advocación. La imagen, de perfec– ción extraordinaria en muchísimos detalles, está ex-

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