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Y ¡ZAS!, LA ZANCAmlLA Hast a 1742, las ruedas del carruaje de la Cofradía no chirriaron. Fue en este año cuan– do el Vicario de Ciudad Real prohibió que los «hermanos» se reunieran y que la imagen sa– liera por las calles de Manzanares. ¿ Hasta cuándo había de durar este sufri– miento? Hasta que el Arzobispo de Toledo, el infante Luis de Barbón, aprobara las Orde– nanzas. Y sí que las aprueba, pero con una condi– ción: el número de cofrades debía ser abierto. i La época de la simplicidad evangélica estaba dejada atrás! Otro frenazo en 1770. Esta vez pi só el freno el prop io Gobernador Civ i l de Manzanares -Don Franc isco Rui z Esnoraga-. Quedan prohibidas todas las activadades de la Cofra– día. Y manda ce rrar la ermita. Esto, hast a tan t o se le presenten las Ordenanzas . El quiere revi – sa r las persona lmente. Nada. Que este Jefe Civil nos salió con ribetes "1egalistas» . No s é si pensaría que la religión a la sacristía. L@
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