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que sí, que el Párroco tenía toda la razón li– túrgica de su parte. Y lo aceptó. Ocurría esto en marzo de 1801 . Pero lo gordo ocurría el 31 de marzo de 1809. Era un Viernes Santo. El Ejército francés venía en dirección a Manzanares para dar un escarmiento al pueblo. El sacerdote Sotoma– yor pensó y repensó la forma de evitar aque– lla circunstancia que se veía a las claras iba a ser sangrienta . El general francés que venía comandando las tropas era católico . Y parece que no malo. Ya estaba, pues. Sacó la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, que es– taba en la Parroquia preparada para las proce– siones. Se llegó con ella hasta la ermita del «Cristo de las Agonías» y allí esperó. El ge– neral Sebastiani se quedó cortado cuando vio aquello . Concedió el perdón que se le pedía . Y se quitó el «fajín» y se lo puso en la cintura de la imagen en señal de acatamiento. ¡lnterprétese como se interprete , lo cierto es que aquel día llegó la salvación para Man– zanares! iY de la mano, mejor, del hermoso rostro de Nuestro Padre Jesús del Perdón!

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