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CAPÍTULO XII LA ANUNCIADA El Bierzo, la tierra más abundante, fecunda y hermosa de toda Castilla, según palabras del padre Ajofrín, la Tebaida hispana, donde floreció el monacato español, en el Camino de Santiago, encrucijada de Europa, es el lugar que la Providencia ha destinado para eterno descanso de los restos de San Lorenzo de Brindis, paladín incansable de la unidad europea. Hablemos de este lugar, de las circunstancias de su fundación y de la veneración que ha despertado en las almas. En 1594 muere en Nápoles doña Elvira de Mendoza, esposa de don Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, quien decide regresar a España. Su hija doña María de Toledo, que tenía 13 años y había hecho voto de castidad, al despedirse del afable padre Brindis, le pide algo como reliquia. Contestó San Lorenzo que sólo podría ofrecerle su oración y sus restos mortales ;;orno única herencia que dejar podía al mundo en el sepulcro. También se cuenta que el santo en otra oca– sión regaló a María de Toledo un medallón con la representación de la Anunciación. Y por último que había prometido a la niña que sería monja, según sus deseos. Estos tres hechos ponen de manifiesto el carácter providencial de la circunstancia de la fundación del convento de La Anunciada, donde siempre ha sido veneraé.o el cuerpo de San Lorenzo. Doña María de Toledo fue monja y monja fundadora. Desde su infancia sentía inclinación al claustro. A los 15 años hizo voto de ser religiosa 63

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