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cos, comenzó una novena al Beato Lorenzo de Brindis. Al siguiente día fue a la iglesia de los capuchinos con muchísimo esfuerzo y devo– ción para rezar ante su altar. Al salir del templo notó que se le caía la venda, que había recobrado las fuerzas y que estaba perfectamente. Al poco tiempo, un segundo milagro confirmó el proceso de cano– nización. Esta vez fue un niño, Pedro Pablo Friggeri, de Roma. Pade– cía un gravísimo tumor en la rodilla izquierda con caries de hueso y había aparecido la necrosis. Se perdió la esperanza de curarlo. Lleva– ron al niño a la iglesia de la Inmaculada Concepción de los capuchi– nos, y al punto en que el padre sacristán puso en la rodilla la reliquia del santo, desapareció la hinchazón y se comprobó la completa cura– ción del niño. Quedaron tres agujeros, de operaciones que le habían practicado, cubiertos de piel rosa. Y nunca más el niño se volvió a quejar de la pierna. Nuevas causas vinieron a interrumpir la canonización, entre ellas la Revolución Francesa, la prisión de Pío VI, la dispersión de los archivos vaticanos, etc. Hasta que por fin, el 8 de diciembre de 1881, León XIII lo elevó a la gloria de los altares. La publicación en 1928 del primer tomo de las obras de San Lorenzo, el Maria/e, llamó la atención del Papa Pío XI, quien mani– festó su deseo de poder él mismo un día añadir el nombre de San Lorenzo de Brindis entre los Doctores de la Iglesia. Y a medida que se fueron publicando el resto de las obras crecía la idea de hacerlo Doc– tor. Hacia 1937 empiezan a llegar al Vaticano las primeras solicitudes. El 6 de febrero de 1949 Pío XII elegía como presidente de la causa para la declaración de Doctor al cardenal Clemente Micara. La Con– gregación de Ritos dio su voto favorable el 14 de noviembre de 1950. A los pocos meses de la elevación al trono pontificio de Su Santi– dad Juan XXIII, que conocía y apreciaba la obra del santo, un decreto de 28 de noviembre de 1958 reconocía a San Lorenzo de Brindis el título de Doctor Apostólico. Quiso el propio Papa que la carta apostó– lica Celsitudo ex humilitate con la que sancionaba la proclamación lle– vase la fecha de 19 de marzo, fiesta de San José, su personal patrono. Además, como admirador de San Lorenzo que era, escribió al arzo– bispo de Brindis recordándole el cuarto centenario del nacimiento de San Lorenzo. De esta manera vinieron a celebrarse en aquel año estos 60
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