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CAPÍTULO IX Jr LA ULTIMA EMBAJADA San Lorenzo va a ser uno de los principales protagonistas de uno de los hechos de la historia de España más apasionantes, que interesa no sólo a los historiadores de la política, sino aun de la literatura: la caída del duque de Osuna, virrey de Nápoles, en la que tuvo el santo tan relevante papel que llegará a costarle la vida. Gracias a nuestro inmortal Quevedo sabemos cóm:J logró su amigo y protector, el duque de Osuna, el virreinato de Nápoles. Conocemos al detalle el precio con que el propio Quevedo compró las voluntades de quienes influían en las decisiones de Felipe III, incluido el confesor real padre Ajaga. Sabemos también el celo con que siempre le sirvió, aun a riesgo de su propia vida, en aq·.1ella trama que se ha llamado la Conjuración de Venecia, de la que todavía los his– toriadores no saben mucho. Lo que se conoce menos es el hecho de que un fraile enfermo, en quien resplandecía la humildad y el ardor en servicio de la Iglesia va a convertirse en el principal enemigo de tan altivo y orgullos•) virrey. La causa estuvo en las quejas que los napolitanos levantaron contra el duque, que no solamente les había aumentado los impuestos, sino que además, en el verano de 1618, tenía en la ciudad de Nápoles 14.000 soldados entregados a todo tipo de desmanes, entre los que se incluía la violación de conventos de monjas. No respetó el privilegio que la mayor parte de los ciudadanos tenían de estar exentos de dar 47

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