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tres campos: su labor fundacional, su exhortación dogmática y su actividad diplomática. Hablaremos de las dos primeras, dejando para el capítulo siguiente el resto. En cuanto a las fundaciones, algo hemos dicho. Fundó conventos en Austria, Alemania, Bohemia, El Tirol, etc. La importancia de estas fundaciones radicaba en el hecho de que los conventos capuchinos eran baluartes contra la propagación del protestantismo. Se ha lle– gado a decir que la disminución del dominio protestante en Alema– nia, donde se le considera un segundo Canisio, se debió en gran parte a su obra fundadora. Por lo que respecta a sus obras y sermones, combatió siempre de palabra y por escrito la herejía, obteniendo uno de sus más sonados éxitos contra Policarpo Laisero. La formación de una dieta había reunido en Praga entre otros príncipes europeos al elector de Sajonia, Cristiano II, verdadero jefe de herejes, que no sólo los protegía, sino que iba rodeado de ellos. Desde 1594 había elegido como su predica– dor áulico y consejero consistorial a Laisero, quien gozaba de un gran prestigio tanto en el campo de la enseñanza como en la predicación y publicación de obras, hasta el punto de estar considerado un segundo Lutero. Cuando enjulio de 1607 llega Cristiano II a Praga y se instala en el palacio contiguo al del emperador Rodolfo II, el predicador no sólo le acompaña, sino que el 8 de julio se atreve a dirigir, desde una ventana de un corredor, un fogoso discurso sobre las buenas obras, defendiendo según la tesis protestante su inutilidad. Las circunstancias eran críticas. La tirantez entre protestantes y católicos grande. En abril había sido incendiado el colegio de jesuitas de Viena. El nuncio de su Santidad, Antonio Caetani, que acababa de sustituir a monseñor Ferreri, aún en Praga, conociendo el ardor de Lorenzo, le rogó que se abstuviera en el púlpito de toda polémica. Pero el miércoles 11, a pesar de que Rodolfo II había manifestado por medio de su nuncio que no sería de su agrado que lo hiciera, Laisero predicó nuevamente ante un numerosísimo público. Algunos dirían con evidente exageración que había unas 20.000 personas. Habló sobre el dogma centrál del luteranismo: la justificación por medio de la fe. Aquello era una verdadera provocación. Lorenzo no pudo resistirse: «Sentl -escribe- dentro de ml tanto 32
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