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CAPÍTULO VI MARTILLO DE HEREJES Una de las características fundamentales de San Lorenzo de Brin– dis fue la prudencia y la energía en su incansable labor en favor de la Iglesia. Fue a la vez santo de contemplación y de acción. Sus sorpren– dentes dotes diplomáticas le van a convertir en un santo andariego. En el frágil barro de este sencillo y modestísimo fraile llevará la Igle– sia los importantísimos asuntos del tesoro de la fe. Para comprender la importancia de su actividad, baste decir con el padre Ajofrín que «se puede asegurar que apenas hubo negocio grave en la Iglesia, durante los pontificados de Clemente VIII y Paulo V, que no se con– sultase y decidiese con la sabia prudencia de Brindis». Resulta curiosamente providencial que los restos de San Lorenzo de Brindis descansen en Villafranca del Bierzo (León), uno de los parajes más bellos del Camino de Santiago, símbolo de la unidad de Europa, en lo que fue un antiguo hospital de peregrinos, donde según la tradición descansó San Francisco camino de Santiago, y ello por– que nuestro santo fue paladín andariego de la unidad europea, que recorrió incansablemente las principales cortes de su tiempo para combatir el peligro de la desintegración europea, que en aquel tiempo estaba representado por la amenaza turca y la herejía luterana y calvi– nista. Le hemos visto combatir contra el turco. Veamos ahora su lucha contra el protestantismo. La eficacia de esta acción se desarrolló en 31

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