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a la guerra, pudo volver a sus lares el Santo Cristo. Había salido de los sótanos del Museo del Prado a primeros de junio de 1939 para ser venerado en la iglesia de Jesús de Medinaceli. Pero ese mismo año de la Victoria, 7 de octubre, volvía procesionalmente acom– pañado de mucho público y escoltado por fuerzas na– cionales a su iglesia conventual de El Pardo, donde era recibido solemnemente por sus frailes, santamente orgullosos por haberle podido ofrecer seis vidas en holocausto de fe y amor. Fue colocada la santa Imagen provisionalmente en la capilla de San Antonio, lado izquierdo, hasta que el Jefe del Estado Español, Generalísimo Franco, se in– teresó vivamente y procuró que se le volviera a dar culto adecuadamente. A este efecto, encargó personalmente don Francisco Franco al sacerdote don Félix Granda, afamado orfe– bre, la construcción de una digna urna con su altar para guarda y veneración de la santa Imagen. Fruto de ese encargo, y costeado íntegramente por el Caudi– llo Franco es el actual Mausoleo, todo él de mármol y bronce. Como dato curioso consignamos que, según declara– ción del Sr. Granda, empleó aquí mármol de todas las regiones de España. Puede el visitante apreciar, además de las estatuas de Cristo Resucitado y de los cuatro Evangelistas en lo alto del mausoleo, los preciosos sobrerelieves de la Pasión y Vida Triunfante de Cristo. Fue oficialmente inaugurado este altar y urna en el año 1945. 66

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