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III EL DESTIERRO Aquel año de 1833, 1 de septiembre, moría F~rnan– do VII, dejando sucesora del trono a su hija de tres años, Isabel II; y por regente a su cuarta esposa, María Cristina de Nápoles. Los partidarios del Infante Don Carlos, hermano del Rey difunto, hicieron estallar la guerra c:'.vil de sucesión o carlista. Si ya era deplorable la situación del tesoro español, ahora con la guerra civil será desastrosa. En estas condiciones fue nombrado ministro de Hacienda don Juan Alvarez Mendizábal. Hombre sin cultura y sin escrúpulos, pero con fama de financiero, pidió a las Cortes un voto de confianza para proporcionarse por cualquier medio los recursos necesarios. Y lo único que se le ocurre es incautarse de los bienes eclesiisticos, decretando para ello la extinción en España de las Or– denes Religiosas. En diciembre de 1836 los pobres Capuchinos aban– donaron su Convento de El Pardo, por real decreto de exclaustración; habiendo trasladado previamente 53
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