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solicitar del Rey la fundación de un Convento bajo la protección real. Después de dos años de obras, durante los cuales se habían cobijado los frailes en una casita provisional, se inaugura el convento de frailes Capuchinos de El Pardo el año 1614. El Rey profesó particular afecto a los religiosos de esta real finca, colmándoles de favores, siendo el mayor de todos la donación de esa Santa Imagen del Cristo Yacente de Gregario Hernández. La noticia corrió como la pólvora y el pueblo ma– drileño con dolor y veneración quiso despedir la Sa– grada Imagen. Ha sido quizá el cortejo más imponente que ha habido en Madrid. Una antigua crónica narra así el solemne traslado: "Un viernes de Marzo de 1615, después de haber sido adorada de rodillas por el Rey y sus hijos, salió de palacio la Santa Imagen con tan numeroso acompañamiento de Grandes y Señores de la Corte, todos con hachas blancas encendidas, mon– tados en sus caballos, que formaban una lucidísima pro– cesión. Agregóse a este acompañamiento, y también con luces, innumerable pueblo de gente piadosa, que desde la plazuela de Palacio vino siguiendo al divino simulacro, unos a caballo y otros a pie, hasta el Con– vento. Era tanta la multitud de gentes, que la procesión que se formó ocupaba casi todo el camino, que hay desde Madrid a El Pardo". Había que agradecer tanta bondad por parte del Rey. Era inminente una guerra civil en Nápoles contra Felipe III, a causa de los desmanes del Virrey, Duque de Osuna. El P. Lorenzo de Brindis se apresura a ve- 48

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