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simo Franco. Desde entonces ha sido testigo de más de treinta años de afanes, preocupaciones y decisiones del Jefe del Estado. Estos muros guardan en sacramental sigilo sus fervores cristianos, hondos problemas solu– cionados por El o en Consejo de Ministros, íntimas entrevistas del Jefe del Estado con embajadores, per– sonalidades egregias o notables, recepciones y audien– cias. Construido este bello Palacio para la paz y sosiego, nunca ha desmentido su destino. Pero rodeado ahora por un alto muro, que oculta su faz al pueblo, y por tanta marcialidad, vive algo aislado y ajeno a sus gen– tes y problemas; problemas y gentes nuevas, como nuevas son la mayoría de las viviendas de El Pardo. EL PUEBLO DE EL PARDO HOY No en balde han pasado los siglos sobre El Pardo, antes apenas conocido sólo de los Madrileños y hoy internacionalmente famoso. Si es verdad que había envejecido hasta la decrepitud, lo es más que rápi– damente se va renovando y modernizando. Anexionado al Municipio de Madrid, a la vez que sus viviendas se renuevan, se construye la ordenación urbana del pueblo. Trasladados los asilos a otros puntos de Ma– drid, se ha reconstruido la Casa de Oficios, y una nueva iglesia parroquial ha sido inaugurada en 1966; que– dando la antigua de Palacio dentro de la muralla jun– tamente con los jardines, reservada exclusivamente para actos oficiales. Y lo que es más importante, el personal, en su inmensa mayoría, es militar o adve– ned.izo, pasando de los 5.000 habitantes. 26

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