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¿QUIEN MEDITO EN SU DESTINO? "Creció en su presencia como un brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por /os hombres, como .un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y desestimado. El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estima– mos leproso, herido de Dios y humíllado, traspasado por nues– tras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro cas– tigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, vo– luntariamente se humíllaba y no abría la boca; como un cor– dero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmu– decía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se /o lleva– ron. ¿Quién meditó en su destino? (lsaías 53, 1-Sa). (U. E.) El primero que meditó en su destino fue él mismo. Y quedó aterrado. Lo vemos entrar, en la noche de su agonía, en el huerto de Getsemaní, abatido hasta el máximo, angustiado, doblado sobre la tierra, temblando ante el cáliz de amargura que se le venía encima. Pidiendo a Dios que pasase de él aquel ,cáliz, "pero no mi vo– luntad, sino la tuya ... " Buscando el consuelo de sus discípulos, !os más íntimos, los más queridos... Y los encuentra dormidos. Bueno será que nosotros también despertemos de nuestra mo– dorra cristiana. Que nos demos cuenta de todo lo que él ha hecho por nosotros. Voluntariamente escogió ese destino para salvarnos a noso– tros. Cargó sobre sí nuestros crímenes. Porque de crímenes se trataba. Todos nuestros pecados que nos llevaron al inmenso cri– men de apartarnos de Dios. Todo lo que tenía que venir sobre nosotros vino sobre él. Y él callaba. -86-

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