BCCCAP00000000000000000000808
U N D I OS S A L V A D O R "Aquel día se dirá: aquí está nuestro Dios, de quien esperá– bamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salva– ción". (Is. 25,9). Israel siempre ha sido un pueblo fronterizo. Eso, todos. Cierto. Todos los pueblos tienen sus fronteras. Pero resulta que Israel ha sido puesto en la encrucijada de la historia, y siempre ha sido aco– sado a diestra y a siniestra, por el norte y el sur. Asiria y Egip– to se lo han disputado. Así entonces. ¿Así ahora? Lo cierto es que a lsaías le tocó vivir en unos tiempos de lu– cha. Tiempos de alianza con Asiria o con Egipto para librarse de otros enemigos. La historia se repite. Siempre los pequeños bus– can el apoyo de los grandes que los defiendan. lsaías quería que se confiase únicamente en Dios. Nos parece demasiada confianza cuando se trata de guerras, de invasiones, de defensa de fronteras. Entonces, y ahora, se con– fiaba en las armas y en el genio militar. Pero es que de esa mane– ra iba naciendo una idea de Dios Salvador. Una idea religiosa, pro– fética, porque fue lsaias quien profetizó al Enmanuel: Dios con no– sotros para salvarnos, y a la Virgen que concibiría un niño que se– ría nuestro Salvador. La Salvación en él, como en los demás profetas o escritores del Antiguo Testamento, era para Israel. Sin embargo se insinúa, en este sentido sobrenatural, la salvación para todos los hombres. Una salvación eterna. Podemos recordar la frase de Job, que tan– to se ha repetido modernamente, de "que la vida del hombre es milicia sobre la tierra". Y el fin de esa lucha es la salvación. Lu– chamos por algo y para alguien: luchamos por nuestro Dios que nos salvará. Planteada la realidad de nuestra vida cristiana, sabemos que Dios se hizo hombre precisamente para salvar al hombre. También a este hombre que tenemos ante nosotros muerto en el cuerpo pe- -74-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz