BCCCAP00000000000000000000808

TURBACION ANTE LA MUERTE "Ahora mi alma está agitada y ¿que diré?: Padre, líbrame de es– ta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre glorifi– ca tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado y volveré a glorificarle". (Jn. 12, 27-28). Decía D. Miguel de Unamuno, que el hombre le echaba mucho teatro a la vida, pero sobre todo a la hora de la muerte. Que busca– ba palabras solemnes para entonces, gestos, a fin de que quedasen bien grabados en los vivos y lo considerasen. Cuestión de prestigio. Decía él que el único gesto no teatral que hacía el hombre era el na– cer. Que por eso no lo habían llevado a las tablas. Ahora no podría decir otro tanto. Pero cierto que el niño que nace, lo hace espontá– nea e incoscientemente. Ciertamente que Miguel de Unamuno echó mucho teatro a su vida de pensador y crítico "contra esto y aquello". Y que si no hu– biera muerto de repente hubiera representado muy bien su última ho– ra. Pero tiene razón cuando dice que los hombres suelen echarle tea– tro al morir o al hablar sobre la muerte. Pues leyendo frases de gran– des pensadores uno queda sorprendido de su optimismo ante la muerte. Parece que el morir no les importa nada. Como Montaigne que escribió: "Lo que acontece nada más una vez no puede sernos motivo de pena, ¿Qué razón hay para temer tanto tiempo lo que tan poco dura? El largo vivir y el corto vivir los hace una misma cosa la muerte". Y "para acostumbrarse a la muerte, no hay como acercárse– le". Sin embargo nos sorprende la turbación de Cristo ante la muer– te. La turbación que asoma en esta frase, en Getsemaní, en la Cruz. Hasta poco antes de morir no dejó de temblar ante la muerte. Aun– que era Dios, su naturaleza humana funcionó a plenitud. Quiso mos- -654-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz