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Nosotros somos cosa suya. No somos extraños para él, no es un simple asalariado que con más o menos interés cumple una mi– sión. Nosotros le dolemos c0;mo carne de su propia carne, pues nos ha hasta incorporado a él y somos miembros vivos de su Cuerpo Místico. El es la cabeza. Podemos ser el miembro más ruin, más vil de todos, pero si nos pisan, él responde por nosotros, a nuestro favor. Como dijo San Agustín en el caso de Saulo en el camino de Da– masco: "Pisado el pie respo11dió la cabeza". El responde por todos y por cada uno de nosotros. Nos conoce personalmente. Nos ama personalmente. Murió personalmente por cada uno de nosotros. Y no creamos qúe por ser cristianos -don gratuito de la wa– cia- tenemos ciertos privil.egios. El murió por todos. Incluso por las que no son ovejas de su redil. El quiere traerlas a todas. ¡La misión universal de Cristo el Salvador! Su salvación no queda ceñida a unas fronteras, a unos esquemas que más o menos los hombres hemos marcado a fuerza de estrujarnos la mollera. No. "Sus caminos no son nuestros caminos", y el buen Pastor conoce sendas tortuosas que son totalmente desconocidas para nosotros. No nos pongamos a hacer cábalas sobre los demás. Mejor que teorizar sería ponerse manos a la obra para ayudar a Cristo en su obra salvadora. Para lograr ese solo rebaño con un único Pastor. Pensamos: el Dios que ha muerto por todos los hombres, no les va a negar a cada uno personalmente las ayudas necesarias para salvarse. No sabemos ni cómo ni cuando, pero sabemos que sí se las concederá. De eso no nos cabe la menor duda. Ayudemos a la obra de Cristo. Demos la vida por los demás, como él la dio. Porque el camino hacia Dios va a través de los hombres. Cristo la dio de una vez en redención infinita. El enfermo la va dando poco a poco. Esa vida que se gasta, que padece, pue– de ser ofrecida como una luz que brilla en la noche de la vida, por el bien de los hermanos. En realidad, y siguiendo las mismas ideas del Cuerpo Místico, es el mismo Cristo el que se ofrece en el dolor y en la consunción del enfermo. · -633-

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