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ESTE SI QUE ES BUENO "En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: -Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ove– jas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estra– gos, y las dispersa; y es que a un asalariado no fe importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Pa– dre yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ove– jas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, y un solo pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para po– der recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego li– bremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recu– perar/a. Este mandato he recibido del Padre". (Jn 1 O, 11-18). En aquel tiempo, cuando las estampas hacían ilusión a los ni- ños, en cierta ocasión en que no tenía otra cosa a mano, le di a una niña, pobre, muy pobre, una estampa de Jesús. Era el buen Pastor que llevaba sobre sus hombros la oveja perdida. Se quedó mirando la estampa, y ella, la niña pobre, que quizá ya sabía de desaires y de dolores, dijo, simplemente: "Este sí que es bueno". Sí. Y en esta alegoría del buen Pastor, que es profundamente autobiográfica, Cristo describe toda su misión de redención. Resulta que él vino al mundo enviado por el Padre. Expresa– mente para entregar la vida por nosotros. Porque "por amor nues– tro, Dios ni· siquiera perdonó la vida de su Unigénito". Y él, Cristo, nos amó hasta el extremo de dar voluntariamente su vida por nosotros, lo cual es la prueba suprema del amor. -632-
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