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MISION CUMPLIDA "Madurando en pocos años, llenó mucho tiempo. Como su alma era agradable a Dios, lo sacó aprisa de en medio de la maldad. Lo vieron las gentes, pero no lo entendieron, no re– flexionaron sobre ello; la gracia y ta misericordia son para los elegidos del Señor y la visitación para sus santos" (Sabidu– ría 4, 13-15). Todos anhelamos una larga vida en nuestro planeta azul. Las noticias sobre prolongación de la media de vida nos agradan enor– memente. Puede ser que el hombre se asome al balcón del año dos mil, sabiendo que la media de vida, en su planeta, ya sin pro– blemas de contaminación, sea de ciento cincuenta años. Se premia a los hombres que han alcanzado una larga exis– tencia. Se les busca en los rincones más apartados. Se les pone en las primeras páginas de los periódicos, con motivo de la opera– ción abuelo, por ejemplo. Se les pregunta el secreto de tan larga edad. Que nos den una receta ... También los periódicos nos cuentan -sueños de millona– rios- sobre los enfermos graves que se hacen dormir en el sueño frío de la hibernación, en espera de la medicina infalible que les cure la enfermedad ahora incurable. ¿Llegará el hombre a encon– trar un día la fórmula mágica que le haga vivir perpetuamente so– bre la tierra? Nos tememos que no. Y mientras, no nos preocupamos de llenar la vida. De cumplir nuestra misión en la tierra. Porque cada cual tiene que cumplir su misión en este mundo. Dios no ha creado a nadie .inútilmente. A cada uno le ha encomendado un deber sobre el mundo. Distinto para cada cual. Pero es cierto que cada uno ha de florecer allí donde ha sido plantado. Consideramos, frecuentemente, una desgracia morir joven. Exclamamos espontáneamente: "Murió en lo mejor de la vida... ". Y no pensamos que esta frase puede tener un anverso glorioso: -58-

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