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DOLOR Y EUCARISTIA "Entonces Jesús les dijo: ¡Qué necios y torpes sois para creer fo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les ex– plicó lo que se refería a él en toda la Escritura". (Le. 24, 25-27). Por el camino que va de Jerusalén a Emaús iban dos discípulos de Cristo. Por el camino de la vida vamos los discípulos de Cristo, con frecuencia, tristes, desesperados y oprimidos por mil dolores. Gritamos contra el dolor. Tenemos mil teorías sobre el dolor. Opi– niones para todos los gustos y colores. Pero si queremos respues– ta verdadera, tiene que adelantarse Cristo para dárnosla. Ante el dolor y la muerte -porque dolor por la muerte era el de los discípulos de Emaús -solemos adoptar tres posturas. La primera es desesperante ante el dolor. Es la más absurda de :as posturas. Impropia de un ser racional. Los que se revuelven contra el dolor merecen que se les perdone porque no saben lo que hacen. Si vamos por cualquier camino de la tierra, si una espina se nos clava en el pie, no nos revolvemos contra ella, no la pisotea– mos rabiosamente ... Así sólo conseguiríamos que se nos clavase más hondamente... Sino que nos arrodillamos ante la espina clavada buscando donde está y la arrancamos con sumo cuidado. Por ello, repito, los que se revuelven contra el dolor merecen que se les perdone porque no saben lo que hacen. La segunda es luchar contra el dolor. El dolor es casi tan anti– guo en el mundo como la humanidad. Y desde siempre los hombres lucharon contra el dolor. Ahora más que nunca... Cuando se abre un hospital en cualquier ciudad, parece un castillo amurallado con– tra el dolor y la muerte. Cuando un médico vestido de blanco, em- -606-

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