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Y un grupo de mujeres. El grupo de mujeres, entre las que es– taba su madre, que antes no se pudieron acercar debido al gentío y que cuando todos huyeron cobardemente, se acercaron hasta él. Pienso que nosotros también necesitamos acercarnos a Jesús. El hecho de la muerte de un ser querido, -familiar, amigo, conoci– do- puede ser como un golpe de gracia dado a las espaldas de nuestras almas para acercarnos a Cristo. El murió. Nosotros mori– remos. Podemos repetirlo millones de veces y nadie nos puede con– tradecir. A pesar de eso lo oímos como quien oye llover. Pero la hora llegará. Y entonces nos será mejor a todos nosotros estar muy cerca de Cristo. Para que su mano redentora nos alcance la nuestra y nos lleve al cielo. De nosotros depende. Por él no ha de quedar. -600-

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