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EL MESIAS Y EL MESIANISMO "Cuando llegaron al lugar llamado "La calavera", crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno de los malhechores crucificados fo insultaba di– ciendo: -¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros? (Le. 23, 33 y 39). -No hay más Dios que éste. Y enseñó la moneda de cinco du– ros que llevaba en el bolsillo. No lo decía por la efigie, sino todo lo contrario. Por el valor de aquella moneda que le permitía tomar un bocadillo, una cerveza o juntando muchas hasta comprar un piso. El sacerdote le había querido hablar de Dios. Necesitaba aquel hombre de Dios más que nunca. Estaba al borde de la muerte sin que él lo supiese. Un cáncer le roía la vida. El hablaba de su enfer– medad como si le hubiesen dado cuerda: Un reúma, una descalcifi– cación de !as vértebras. Total dos meses... Y no tenía para dos días. Cuando dejando el tema enfermedad el sacerdote abordó el te– ma religioso empezando por ese Dios en el que todos creen, aunque algunos lo nieguen, zanjó la cuestión de esa manera: -No hay más Dios que éste. Esta frase es como una bandera. Para muchos no hay más Me– sías, ni mesianismo, ni más nada en el mundo que lo económico. Lu– chan más de ocho horas al día, son capaces de luchar en una gue– rra o en una barricada, pero siempre por eso. Lo económico, el dine– ro. Es su único Mesías, su religión, su esperanza, su todo. Esto da pena siempre pero mucho más cuando la muerte está agazapada junto a la puerta de la casa que piensan les defiende contra todo Nadie puede acusar a la Iglesia de hoy de desentenderse de las realidades terrestres, de estar desencarnada. Aunque su misión es divina, y anunciar a un Dios, sabe se hizo Hombre y no desprecia lo material. El reino de la tierra es la base para ese Reino eterno. La ~590-'-

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