BCCCAP00000000000000000000808

S. Juan Berchmans escribió en su diario: "Tengo que hacerme santo de joven. Que si de joven no me hago santo, nunca me haré santo". Fue casi como una premonición, pues murió jovencísimo. Y también nos quiere decir que en este campeonato espiritual de la santidad también cuenta la juventud del alma; Esas. energías, esas ilusiones, esos ideales de los pocos años que hacen empren– der grandes cosas por la gloria de Dios. Frecuentemente. s.e nos proponen los ancianos como modelos, pero tenernos. que recono– cer que en muchas ocasiones lo son los jóvenes. No cuentan los años, las canas, sino la prudencia y "una vida sin tacha". Admira la cantidad de santos que murieron jóvenes. To– dos dejaron una huella imborrable en el mundo. Pero algunos una impronta tan inmensa que parece imposible que en tan pocos años pudieran hacer tanto. S. Francisco de Asís que murió a los cuaren– ta y cuatro años lanzó su revolución franciscana -el franciscanis– mo- que conmovió entonces el mundo y aún sigue conmoviéndolo. Su homónimo S. Francisco Javier que murió más joven aún, trazó pistas misioneras en todo el mundo conocido. La lista la podríamos hacer interminable. Cada uno de nosotros sabría de uno más. Para terminar en Cristo que murió muy joven, que en realidad evangeii– zó a los hombres durante muy pocos años, en una región muy di– minuta, pero que cumplió un mensaje que sigue latiendo aún. Todo lo cual nos lleva al principio de que los caminos de Dios... Y que importa, ciertamente, no desviarse nunca de esos ca minos. Vivir muy de cara a Dios toda la vida. Que aunque alguna vez se esconda, sepamos que es como un sol que se oculta detrás de una nube, pero nosotros siempre fijos en él y s.u ley, que un día aparecerá como un sol sin ocaso. -55-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz