BCCCAP00000000000000000000808
llena de ejemplos sublimes de amores de los padres para sus hi– jos. Por ejemplo el caso de Enrique II de Inglaterra, que mandó leer al Gran Canciller la lista de los traidores. Esta estaba encabezada por su hijo Juan sin Tierra. Al oír aquel nombre, el padre no quiso oír más. Le gritó: -"Calla, ya has leído bastante, ya no me intere– so por mí ni por la humanidad". Al momento comenzó a delirar y al poco había muerto del corazón, de dolor. Sin recurrir a esos casos extremos la vida nos habla cada día de casos de amor de los padres para los hijos. Son capaces de quitarse el pan de la boca para dárselo a los hijos. Por eso, llamar– los malos... , nos parece un insulto. Cristo lo hace, porque bien conocía la malicia del hombre, ya que el más santo conserva raíces de maldad, pero sobre todo por ponerlos en contraste con el "Padre celestial". Si los malos hacen eso por sus hijos, ¿qué no hará el Bueno? Nuestro Padre Dios, nuestro Padre bueno, nos concederá to– do lo que pidamos. Aquí dice el Espíritu Santo que es el culmen de todos los dones celestiales, en San Mateo dice "dará cosas bue– nas". Poco importan las palabras, una cosa es cierta, que nuestro Padre Dios atenderá siempre nuestras oraciones, nos concederá todo lo que pedimos, estará atento a nuestras súplicas. De eso no podemos dudar lo más mínimo. Entonces, ¿por qué no me concedió aquello que tanto le pedí? Repetimos que sin duda te concedió para su día algo mucho mejor, algo mucho más espiritual. Y sobre todo que Dios se porta como el Padre que no deja que su hijo coja -la aguja, el cuchillo, el fuego, la medicina, etc- que le van a perjudicar. Se la quita de las ma– nos, aunque llore, le muerda, rabie y le insulte. Precisamente por– que le quiere. Así Dios ante tantas peticiones de cosas que nos iban a perjudicar profundamente el alma. Nos portamos como niños caprichosos, y él se porta como Padre. No nos concede muchas co– sas precisamente porque nos arna infinitamente. Porque iba a ser para nuestra condenación. Pero las palabras de Cristo están ahí: y no podemos dudar que es nuestro Padre y que nos concede todo cuanto pedimos. -575-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz