BCCCAP00000000000000000000808

Lo segundo que admira en el samaritano es la ternura de rria– dre con que lo cuida. Y esto es una lección para nosotros. Nosotros tendemos a organizar la caridad. Le hemos dado un título latino: socorremos, promocionamos, trabajamos. Pero siempro, sobre núme– ros, sobre fichas, sobre planificaciones mejor o peor hechas. A lo peor entre tanto papeleo se nos escapa lo humano, lo cristiano. La atención personal a este hermano que necesita quizá n-,uchó más que pan y trabajo, un poco de cariño. Hablar y ser escuchado. El buen samaritano nos da una buena lección y el Maestro nos dice: -"Anda, haz tú lo mismo". -568-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz