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Por tanto el motivo, la raíz de ese amor, siempre será Dios. Por ello poco importa ir a Dios directamente o a través de la escala de las criaturas. Mejor llegamos nosotros a través de esta escala, lo cual vuelve a hablarnos de nuestra limitación. Y San Juan nos lo recuerda: "El que dice que ama a Dios y no ama el prójimo se engaña. Porque si no ama al prójimo al que ve ¿cómo va a amar a Dios al que no ve?" Así es. Lo que no podemos hacer nunca, y se hace -pero mal hecho-, es enfrentar el amor de Dios con el amor del prójimo. Que si la postura vertical, que si la postura horizontal. Ya estamos con– virtiendo en líneas lo indivisible. Cuando hay auténtico amor de Dios, existe amor al prójimo. Fijémonos si no en cualquier santo contemplativo. Lo que sucede es que muchas veces lo que nos presentan como amor de Dios no son nada más que caricaturas. Y por el contrario cuando hay amor del prójimo existe amor de Dios. Así es y así debe ser. No obstante, teniendo en cuenta nuestra limitación visual y conceptual, Cristo pone el acento sobre el amor del prójimo. El pró– jimo es todo hombre sin distinciones. ¿Por qué hace Cristo siempre esto a lo largo del Evangelio? Porque nos conoce perfectamente y sabe de nuestra tendencia al egoísmo, a encastillarnos en un cristianismo facilón y dulzón, de amor divino, que nos engaña a nosotros y no nos quiere comprome– ter en la lucha a favor del prójimo, que es la lucha a favor de Dios. La moderna Cruzada del Amor, pasa por el paralelo del próji– mo. No se concibe hoy un auténtico cristiano que no esté compro– metido. Lo cual no es hacer del cristiano un socialista, sino un her– mano. Eso es vivir la doctrina del Cuerpo Místico. Eso es cumplir el Evangelio. Y aunque nos parezca mucho no es nada más que el abecé de la caridad, el primer grado -porque en la pedagogía de Jesús entró el exponernos su gran precepto por grados-, el hacer– nos nosotros mismos medida del amor al prójimo. El amor a uno mismo no falla. Pues bien: "Ama al prójimo como a ti mismo". "No hagas a los demás lo que no quisieras que hicie– sen contigo, y haz a los demás lo que los demás quisieras te hicie– ran a ti". -565-