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EL AMOR "En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: -Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? El le dijo: -¿Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella? El letrado contestó: -Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus iuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo". El le dijo: -Bien dicho. Haz esto y tendrás fa vida" ( Le 10, 25-28) (U.E.). El amor es la gran fuerza del mundo. Resulta tópico decirlo, pero no hay comparación mejor, es como el sol de la vida del hom– bre. En luz o en sombras siempre se mueve por el amor. Porque has– ta el odio es la ausencia del amor. Es, por seguir la metáfora, la noche del amor. En la vida del cristiano el amor debe ser un sol sin eclipses. Su ley es el amor. Su meta crecer en el amor. Cuando se encuentra la honda toda la melodía resulta amorosa. Todo es amor, y nada más que un Amor. No obstante nosotros tendemos a dividir el amor. Y hacer unos amores mejores que los otros. Que si el amor a Dios, que si el amor al prójimo. Nuestra tendencia a la división nos recuerda nuestra limitación. Tenemos que dividir para poder dominar. Nuestro ángulo de visión no es global sino local. Sin embargo el Dios eterno, el Dios infinito, el Dios-Amor, lo comprende todo de un sólo golpe de vista. Para él sólo hay un amor. Cuando hay amor, sólo se puede hablar de un amor. El amor cristiano, la caridad, es único. Porque es aquel amor en el cual se ama a Dios por ser quien es y al prójimo y a nosotros por amor de Dios. -564-
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