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pasase el cáliz y el cáliz de la pas1on lo tuvo que beber hasta las heces. El que dijo: "Quien quiera ser mi discípulo que cargue con su cruz cada día y que me siga". El que anunció para los discípu– los más queridos que beberían el mismo cáliz de la pasión que él. .. De este Cristo queremos librarnos nosotros. Y eso se llama mutilar a Cristo. A Jesús hay que aceptarlo en su totalidad. Tratan– do de ahondar en el misterio de Cristo, uniéndonos a él, tratando de conformarnos a su voluntad como él a la del Padre, entonces sí encontramos un sentido a todo eso. Entonces no buscamos un milagro facilito para nuestro confort, para echar lejos de nosotros hasta la sombra de la cruz, para utilizarlo, a lo peor, como pináculo de nuestro yo. Cristo no defrauda nunca con tal de que nos acer– quemos a él con paso cristiano, sincero y abierto. A preguntarle lo que sea como los discípulos de Juan, a quien no libró de la cárcel y la muerte. Sino que le dejó en la mazmorra con la luz de la res– puesta que le llevaron los discípulos. Hay otro signo en el que debemos fijarnos, después de haber– nos fijado en tantos, en otros evangélicos, es el que el mismo Cristo da: "A los pobres se les anuncia la Buena Noticia". Ya lo había dicho en Cafarnaún ante sus paisanos. Es el gran signo del Dios que se hace pobre, que se encarna, que vive la vida de los pobres, que es comprendido mejor que por nadie por los pobres. Entre estos pobres no hemos de contar únicamente a los que carecen de bienes materiales. Hay otras pobrezas: la enfermedad, la incomprensión, la falta de éxito, o el fracaso continuo, la soledad, la falta de amor... Todo eso que tanto ansía el hombre y que tanto le hace sufrir. Todos estos dolientes de la tierra, son los que mejor compren– den el mensaje de Cristo. Ahora lo mismo que entonces. Lo que sucede que ahora también hay que mostrárselo en pobreza y en do– lor. El testimonio de la pobreza, de la entrega sin egoísmo de los mensajeros, es el mejor pregón de la Buena Noticia evangélica que hay que dar a los hombres. Para que Cristo no sea defraudado ante los hombres por los que se llaman cristianos. -557-

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