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EL PROFETA "Todos sobrecogidos, daban gloria a Dios diciendo: Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera. (Le. 7, 16-17). Entre los muchos significados de la palabra profeta: vidente, pregonero, anunciador, testigo, vamos a comentar estas dos últi– mas. Profeta no es dejarse melena y barba y lanzarse por ahí dicien– do cosas extrañas. Profeta no es creerse incomprendido cuando se le pide que ra– zone sus afirmaciones, rotundas como mentiras. Profeta no es aprovecharse de la credulidad o miedo de los de– más para hacer de ellos un pedestal y constituirse sobre la plebe, y explotar la plebe. Profeta es... un enviado de Dios -probado con signos exter– nos- que recibe comunicaciones de Dios y las anuncia y si es ne– cesario las testifica con su vida en orden a la salvación de los de– más. Parece enrevesado pero está claro. El profeta no lo es para provecho propio, sino de los demás. No lo es porque él quiere sino porque Dios le otorga el don de la profecía. No anuncia lo que qui– siera, sino lo que Dios quiere. Y su vida es testimonio de su doctrina. Mala vida la de los profetas. Ya Cristo dijo: "que ningún profe– ta era bien recibido en su tierra y entre su parentela". Y enumeró todo lo que los profetas pasaron, algunos hasta morir, cosa que ha– ría él mismo por bien de los demás. Por tanto está claro que no puede ser profeta el que recibe un sueldo para anunciar una doctrina que aprovecha a algún promotor. O el que se aprovecha -aunque no sea nada más que en presti– gio- de su profecía. Solo Dios envía los profetas. Aunque entonces y ahora ha ha– bido falsos profetas "que corrían aunque no eran enviados". Sólo -552-
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