BCCCAP00000000000000000000808

LA GRAN CITA Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre, todos los ánge– les con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas a su derecha y las cabras a su izquier– da. Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid vosotros, bendi– tos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo: Porque tuve hambre y me disteis de co– mer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedas– teis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y venisteis a verme. Entonces los justos le contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber ¿cuan– do te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vesti– mos?, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a ver– te? Y el rey les dirá: Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. (Mat 25, 31-40) (U.E.). Otra vez está aquí el gran evangelio del juicio de Dios. El gran evangelio de la caridad. Como un aviso para caminantes: Al fin de la jornada nos espe– ra una pregunta sobre el amor. De tanto oírlo quizá resbale sobre la epidermis de nuestra alma. Pero esa hora llegará, y las preguntas nos serán hechas. Las respuestas las podemos ir dando nosotros ahora. Porque Cristo se acerca disfrazado a nosotros para darnos la oportunidad de poder tratar con él. Se dice que la Iglesia se preocupa mucho de lo social. Bien considerado el Evangelio es social: pues es para los hombres, y -514-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz