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¿POR QUE SUFRIR? "La gente pensaba que eran castigados, pero ellos esperaban seguros la inmortalidad. Sufrieron un poco, recibirán grandes favores porque Dios los puso a prueba, y los halló dignos de sí: /os probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto". (Sabiduría 3, 4-6). Somos muy inclinados todos, cuando a alguien le acontece una desgracia, a decir: "Castigo de Dios". Eso si es una persona mala, o que no simpatiza con nosotros. Si es una buena persona, amiga nuestra, decimos, por el contrario: "Parece mentira... ¡Qué mal se porta Dios con ella!" Según esto tendríamos que decir: "¡Qué mal se portó Dios con su Hijo amadísimo!". Porque de una cosa estamos seguros: A na– die amó tanto Dios como a Jesús. Desde toda la eternidad le está amando, y como fruto de ese amor divino procede el Espíritu Santo. Un amor único, que el Señor mismo se encargó de proclamar en el Jordán, en las tierras de Israel y en el monte Tabor. Y sin embargo a él le dio como misión el morir en la Cruz. Que no fue una casualidad. Que fue algo premeditado, planeado, decretado por Dios y anunciado por los profetas. Recordemos si no la profecía de Simeón y hasta Caifás hizo de profeta, preanuncian– do de qué muerte iba a morir. La pasión con todos sus agravantes dolorosos fue el regalo de Dios para su Hijo amadísimo. Y Jesús mismo quiso asociar a su madre a la obra de la Cruz. Por eso es la Madre dolorosa. Eso es– tá claro y eso nos puede dar luz sobre el porqué de nuestros su– frimientos. Cuando decimos esto a alguien que sufre, suele respon– der, medio en bromas medio en serio: "Pues ya Dios me podía amar un poco menos". -48-

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