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Prólogo Querido hermano en Jesucristo Sacerdote: Varios sacerdotes amigos me animaron a escribir unos co– mentarios a las lecturas del Ritual de Exequias. Pensaban que se podía prestar así un. servicio a tos sacerdotes, que tíenen que predicar, en la misa de Exequias, casi siempre, al mismo público. Esperando prestar un servicio a los hermanos sacerdotes, he es– crito estas páginas. El ritual de Exequias dice, textualmente, respecto de la homi– lía: "Tanto en las celebraciones de la palabra de Dios como en la misa desempeña un papel esencial la homilía, a condición de que conserve su verdadero carácter. A partir de los textos bíblicos o litúrgicos, .ta predicación homilética debe conducir a los fieles a una plena participación en la celebración exequial y a una renova– ción· de las actitudes ante la realidad de la muerte". La homilía, en realidad, es una enseñanza para los vivos. Es oportuno no deíar nunca de evangelizar en esas circunstancias. Se encuentran presentes personas que otras veces no suelen pisar la iglesia. Ellos, también, deben oír la palabra de Dios. La lección de la vida y de la muerte es algo que entra por los ojos de todos, en esos momentos. Estas homilías no recogen nada más que unas cuantas ideas y anécdotas teniendo siempre en cuenta et pensamiento central de la respectiva lectura bíblica. Se ha procurado que sean ame– nas, porque es necesario, ante todo, prender la atención de los oyentes, que en tales circunstancias están distraídos en otros pensa– mientos. Son ideas y anécdotas, mejor o peor hilvanadas; pero la acomodación concreta debe hacerla, en cada caso, el predicador de fa homilía. No son nada más que una ayuda. Con ese fin y para que puedan estar abiertas sobre el ambón, sin necesidad de pasar hojas, se in- -,-3-

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