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Se cuenta de L:a Pira, el célebre alcalde de Florencia, que un día le encontró un amigo en la calle. Tenía el cuello de la chaqueta levantado. Se fijó y le encontró algo raro en la vestimenta. Y le pre– guntó: -¿Cómo vas así? -Pues nada, que he dado mi camisa a un hombre que la nece- sitaba. Porque en el día de las cuentas, Dios no me va a preguntar por los jardines que he hecho para los ricos, sino que me dirá "es– tuve desnudo y me vestiste". Sin llegar a casos tan espectaculares como éste, nosotros po– demos, cada día, practicar la caridad. Comenzando por los más próximos a nosotros. Tened la seguridad de que Cristo nos lo pre– miará algún día o... nos lo demandará. Porque en el día de las cuentas "seremos •juzgados sobre el amor", como nos recalca San Juan de la Cruz. -508-

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