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NOTA PASTORAL II (Sabiduría, 3, 1-9) La vida toda es un sacrificio completo, que Dios ha puesto (v. 6). No seamos tan insensatos (sin un sexto sentido de esperan– za: (v. 4) que nos dejemos llevar de los sentidos externos y consi– deremos la desaparición del difunto como una desgracia (v. 2) y una ruina (v. 3). Olvidamos, en primer lugar que la visita de Dios (v. 7) es una desgracia sólo para el que obra mal (cfr. Sab 14, 11 ; 19, 15), pues es una corrección unificadora (vv. 5,6) y benéfica (v. 7) para los justos (cfr. 2,20; 3,13): "La prueba y la desgracia hacen mejores a los buenos, pero peores a los malos". Y en segundo lu– gar, que podemos confiar en Dios (v. 9a), en cuya mano están (v.1), pues es Dios de gracia y de misericordia (v. 9c; cfr. Sab. 4,15), cu– yo favor, por tanto, no lo deciden sólo nuestros méritos. -45-

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