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JOB A LA VISTA "Si he pecado, ¿qué te he hecho? Centinela del hombre, ¿por qué me has tomado como blanco, y me he convertido en carga para ti? ¿Por qué no me perdonas mi delito y no me aleias mi culpa? Muy pronto me acostaré en el polvo, me buscarás y ya no existiré". (Job 7, 20-21) (U. E.) Sigue Job con sus interrogantes, y seguimos queriendo res– ponder a los hombres que hoy preguntan lo mismo que Job. Es Job como un símbolo. Porque seres como él nos encontramos a mon– tones en la vida. Nos da pena, me da muchísima pena, encontrarme con perso– nas que adolecen del terrible mal del pesimismo. Seres que sienten la mano de Dios sobre su vida como una lo– sa que pretendiese aplastarles. Para ellos el vivir es arrastrarse, es penar. No encuentran ni un gusto mínimo en tantas cosas bonitas que hay en la tierra. 4 Llevan la existencia como el rosario en la mano -porque sue- len ser gentes de rosario-, pero pesándoles. Y tienen ojos sólo para ver las espinas y no las rosas. Y el rosario son rosas con pé– talos y espinas. Son misterios dolorosos y gozosos y hasta glorio– sos. ¡Qué pena tener los ojos abiertos sólo para las penas! Uno quiere levantarles el ánimo, pero luego se hacen como un árbol sin raíces. El mal es muy profundo. Quizá una herencia, una educación, un trauma, un acontecer imprevisto que las marcó para siempre. ¿Qué hacer? Luchar contra eso como contra el peor de los males. Porque ya dijo Job, que la vida del hombre sobre la tierra -32-

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