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LAS INTERROGANTES DE JOB "Preferiría morir asfixiado, y la muerte, a estos miembros que odio. No he de vivir por siempre: déjame, que mis días son un soplo. ¿Qué es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él, para que le pases revista por la mañana y to examines a cada momento?" (Job, 7, 15-19) (U. E.). Agotado de insomnio, retorcido de dolores, Job, en su noche .sin esperanza, llega al colmo de la desesperación. Se aborrece a sí mismo. Desearía la muerte antes que aquellos miembros suyos, que, sin duda, le hacen sufrir. Si al fin tiene que morir, lo mejor cuanto antes. Lo que algunos en momentos de desesperanza repiten también: Al fin, tenemos que morir; por qué no ahora y nos libramos de una yez para siempre de todos estos dolores y complicaciones. Pero "nadie muere hasta que Dios no quiere". Porque, quera– mos o no, estamos en las manos de Dios. Para ti, Job, Dios es como un espía, el más perspicaz policía puesto en la cúspide del mundo, para vigilarnos bien. Por desgracia esa idea persiste entre muchos hombres. A pesar de que Dios no ha hecho nada más que demostrar que es todo lo contrario. .. Tü propia vida, Job, es una prueba de ello. Si por un tiempo sentiste el arañazo del dolor, todo fue más fugaz que esa vida que tan frágil la veías, porque, de nuevo, conociste la ilusión, la alegría, la prosperidad y la confianza. Dice un refrán español "que Dios aprieta, pero no ahoga". Lo que sucede es que nos ha dado una serie de dotes para que sepa- -30-
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