BCCCAP00000000000000000000808
LA PREDICACION "Yo como en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoc10 por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la nece– dad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nos– otros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los ju– díos, necedad para los griegos; pero para los llamados a Cris– to -judíos o griegos-: fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres" ( 1 Cor 1, 20-25). Reconozcamos que la predicación tradicional está despresti- giada. ¿Por qué? ¿Es que acaso han pasado los tiempos de la pre– dicación? ¿Es que nosotros la consideramos una necedad? ¿Es que nos interesa más ir por temas tangenciales que al tronco del árbol? Este árbol siempre será la cruz y toda la doctrina evangélica que cubre con su sombra. Mucho predicó S. Pablo. Mucho habló de la predicación y evangelización. Y actualmente otro Pablo predica infatigablemen– te a los hombres y habla también sobre la predicación. Precisa– mente en su gran encíclica "Ecclesiam suam", que fue como un programa de lo que se proponía hacer durante su pontificado. Después de hablarnos de la necesidad de establecer un diálo· go con el mundo donde vivimos, de conocer sus problemas, para enfocarlos bajo la luz evangélica... Y esto nos puede dar una pis– ta sobre ciertas predicaciones desangeladas, desencarnadas, que son como agua que resbala y que no penetra, que nada dice a los hombres de hoy... Pero dejemos esto y oigamos al Papa que dice: "Dejamos por ello este tema, para limitarnos a recordar, una vez más la importancia suma que la predicación cristiana conserva y adquiere hoy mayormente en el cuadro del apostolado católico; es decir, por lo que ahora nos toca, en el cuadro del diálogo. Nin- -256-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz