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cumbre de la historia proyecta su sombra · sobre · nos0tros. Hay que. 1 dejarse tocar por ella. Se trata de ser o no ser cristiano. Des~~ que C.risto murió en la cruz, cristiano significa ser un poco cruc1f1- cado. Lo demás son sofismas. · "Lo que hace falta en el mundo para responder al problema del mal, no son argumentos ingeniosos, sino un número suficiente de redentores" (Evely). Y podemos ser redentores por nuestro do– lor. Y sólo por nuestro dolor unido al de Cristo. El nós redimió eri la cruz, desde entonces no hay otro camino de redención. Y citan– do al mismo autor diremos: "El sufrimiento nos recuerda que no estamos hechos para es– te mundo de pecado, que no somos del mundo, que debemos cam– biar, modificar, transformar el mundo" (Evely). ¿Cómo? "Compro– meterse, ¿no es, en definitiva, ponerse, como Jesucristo, en estado de compartir la condición de esta humanidad, de la cual se es un miembro vivo; sentir, en lo más profundo de uno mismo, el sufri– miento que corroe a los demás miembros, sobre todo a los más pe– queños y más pobres; consentir en ser devorados por los demás?" (Barrau). La cosa es clara. Quisiéramos lanzar lejos de nuestros hom– bros la cruz nuestra de cada día, o al menos dejarla resbalar, o me– jor si hay alguien tan tonto que la quiera para sí. No queremos ni siquiera ser Cirineos. Tienen que obligarnos a ello. Y eso muestra nuestro poco amor a Cristo. Porque el dolor es el mejor termóme– tro del amor. Y también lo que da la talla de uno mismo. Quien se arredra ante el dolor, las dificultades, el sacrificio, los obstáculos mil que le salen en el camino de la vida, demuestra que espiritualmente es un pigmeo. Hay personas que se crecen ante las dificultades y que sacan fuerzas de fláqueza. Y esos llegan. Y esos hacen cosas gran– des. Seguimos citando: "No es necesario ser un gran místico para haber descubierto que, sin privaciones, no es posible ni el dominio de sí mismo, ni

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