BCCCAP00000000000000000000808
LA INTERCESION DEL ESPIRTU "Así también el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo .intercede por nosotros con gemidos inefables. El que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Es– píritu, y que su intercesión por los santos es según Dios" {Rom 8, 26-27). ¡Señor, enséñanos a orar! Para orar hay que llamar a Dios Padre, y ser hijos... Ser hermanos de todos los hombres. Mirar al cielo de nuestra propia alma. Y orar mucho... A andar se aprende andando, a amar, amando, a orar, orando. Cuando decimos: "Yo no sé orar, Dios no me escucha, no sé qué decirle... " Ya estamos orando. Porque orar es hablar con Dios. Y un hijo no tiene que inventar bellos períodos para hablar con su padre. ¿Qué pensaríamos de un hijo cualquiera que comenzase a de– cir a su padre: ¡Oh, tú, padre, lleno de bondades, dame dinero para comprarme unos zapatos!? Lo menos que diríamos sería que para pedir unos zapatos no hacía falta tanta solemnidad. La solemnidad que se da en ciertas oraciones, puede apartar al hombre de hoy de la oración. Quizá haya un exceso de confianza entre los padres y los hi– jos. Pero, a pesar de todo, la confianza es la base de todo autén– tico diálogo. Y la oración es un diálogo con Dios. Y Cristo puso en primer plano la confianza, porque nos ense– ñó a llamar a Dios: Padre. A nadie se le hubiera ocurrido, sino a Dios mismo. Pues si Dios quiere que así le llamemos los hombres, -222-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz