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HEREDEROS DE TODO "Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos, también herederos, herederos de Dios y cohe– rederos con Cristo; pues el compartir sus sufrimientos es señal de que compartiremos su gloria". Rom. 8,16-17) (U.E.). Sí, herederos de todo. También del sufrimiento. A nosotros cuando nos hablan de herencia nos encandilan los ojos con algo que nos va a venir sin haberlo sudado y que nos hará más felices. Que será un desahogo en nuestra economía y en nues– tra vida. En la economía sobrenatural, la herencia es consecuencia de la vida. La gracia nos configura como hijos de Dios. Y por tanto la con– secuencia lógica es la herencia de los hijos: La gloria. De la gracia a la gloria. Todo es gratuito, pero todo es herencia que se sigue como la sombra al cuerpo, cuando el sol está delante.. El verdadero hijo, es Cristo. Es el heredero por antonomasia. Nosotros somos, por tanto, coherederos. Pero si somos herederos con él tenemos que vivir como él. Tenemos que sufrir con él. S. Pablo lo comenta en otro lugar: "Si con él morimos, viviremos con él. Si con el sufrimos reinaremos con él". Y eso es lo que nos puede hacer dudar de dar un paso ade– lante. Porque es verdad ahora lo que fue escrito hace mucho tiem– po: "Cristo tiene muchos amadores de su Reino, pero pocos segui– dores de su cruz". En la vida no hacemos nada más que escamotear la cruz de Cristo. Dejando a un lado los calmantes que amortiguan nuestros dolores, que hacemos bien en tomar, tenemos que casi nuestra vi– da es una evasión de la cruz de Cristo. En casi todas las casas hay una cajita mágica, que se enciende y se apaga a voluntad, y que llamamos televisión. Si no la tenemos -200-
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