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C O N F i G U R A C I O N C O N C R I S TO "Comprendamos que nuestra v1e¡a condición ha sido crucifi– cada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y nosotros libres de la esclavitud al pecado; por– que el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto en Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él" (Rom 6, 6-9). No sé cómo se titula la leyenda oriental que nos dice que el rey vio con profundo disgusto que su hijo mayor, el príncipe here– dero, nació con el cuerpo un poco contrahecho. Y se le ocurrió en sueños -él lo creyó una inspiración de la divinidad- levantar en medio de los jardines de palacio una hermosa estatua del príncipe, ya adolescente, hermosa y erguida. Pensó que viéndola cada día, teniéndola como modelo, superaría su defecto corporal. Cuando tuvo capacidad de comprenderlo, le llevó ante aquella estatua y le dijo: -Mira, mira bien. ¿A que se parece a tí en algo? Es como si tú hubieras caído del cielo y hubieras quedado erguido en medio de estas fuentes y estas flores. Cuando juegues por aquí, cuando pasees entre los parterres no dejes de mirar esta estatua. Tú tie– nes que ser como ella. Siempre erguida y hermosa. Como tú. Y la leyenda -todas las leyendas terminan bien- dice que el milagro se hizo. No es leyenda y es mucho más que milagro. Es lo que nos di– ce San Pablo en la lectura de hoy y en otras partes con mucha más claridad: Nosotros tenemos que unirnos tanto a Cristo, parecernos tanto a él, configurarnos tanto con él, que hemos de ser otros Cris– tos. -194-

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