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ACEPTEMOS LO INEVITABLE "Hermanos: Los que por el Bautismo nos incorporamos a Cris– to, fuimos incorporados a su muerte". Rom. 6,3). Todos conocéis la leyenda persa que nos cuenta cómo el cria– do salió muy de mañana al mercado y se encontró a la muerte a la vuelta de la esquina. Parecía estar esperándole, pero le miró muy sorprendida. Como si no comprendiese por qué el criado es– taba allí. El criado creyó que era por verle todavía vivo. Volvió veloz a su casa, se lo contó a su amo... Este le dio el más rápido de los caballos, para que marchase muy lejos, a las montañas donde es– taba su aldea. Allí llegó después de largas jornadas, deseando descansar y verse libre de la horrible pesadilla. Lo primero que encontró, al descabalgar, fue a la muerte que le esperaba. Ante lo inevitable, el criado se rindió. Pero/ le hizo una pregunta: -¿Por qué tenías cara de sorpresa al verme esta mañana cuando salía del mercado? -Porque tenía orden de llevarte aquí, y pensé que debía ser imposible que pudieses venir tan de lejos en tan poco tiempo. Pe– ro veo que has llegado puntualmente. Hermanos, la muerte es ineludible. Lo que importa no es mo– rir, sino el no morir solos. ¿Cómo? Morir alejados de Cristo. Por– que San Pablo nos recuerda hoy "los que por el bautismo nos in– corporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte". Pero pa– ra resucitar con él. Nos lo dice el mismo Apóstol a continuación. Todo el plan cristiano está centrado en esta nuestra unión con Cristo, con todas sus consecuencias. El es la cabeza y nosotros somos los miembros. La cabeza de este Cuerpo místico, sobrena– tural y misterioso, murió en la cruz. Pero resucitó. Sería monstruo– so, sería como un relato de terror de la peor especie el que la Ca- ..,......190-

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